En esta obra abstracta, se entrelazan la tierra y lo femenino como fuerzas primigenias de creación. Las formas orgánicas emergen desde un fondo de blanco puro, símbolo del vacío fértil y del deseo aún no manifestado. El rosa, el fucsia y el violeta fluyen en movimiento ondulante, como una danza ancestral, representando la energía vital de la mujer que gesta, transforma y da vida.
 
A través de los colores y el ritmo de la composición, se evoca una esencia telúrica, una vibración interior que remite a la tierra no como materia, sino como fuerza ancestral. Hay en la obra un susurro subterráneo, invisible pero presente, como si el alma de la tierra habitara en lo femenino y se expresara en cada trazo, en cada contraste.
 
Hay un latido invisible en la composición, un llamado silente a la fecundidad, al acto sagrado de crear.
 
No es solo un cuadro: es un umbral entre lo invisible y lo tangible, donde la tierra se hace cuerpo y el cuerpo se convierte en origen.
 
Lienzo 1*1M
Técnica Mixta Acrilico y Pasteles.